EL TPP11 Y LA INDESICIÓN DEL GOBIERNO.-
El TPP11
Si bien es cierto la votación en el Senado de la República sobre el Tratado
Comercial TPP11, fue pospuesta el 28 de Septiembre pasado gracias a la
maniobra del sector que se opone a este tratado (Apruebo Dignidad); resulta
necesario hacer claridad en torno a la forma en que se está llevando a cabo dicha
tramitación y también en relación a las implicancias que tiene para nuestro país
el adherir a este tipo de acuerdos comerciales.
Querer presentar el ingreso de nuestro país a un acuerdo de esta naturaleza,
como algo beneficioso para nuestra economía es nada más que un gran engaño.
Por el contrario, supone claramente la apertura de una puerta de insospechada peligrosidad para una economía dependiente como la nuestra.
Hablando claramente: iniciaremos un camino de difícil retorno, en lo que dice
relación con la pérdida de soberanía; pasando a ser parte de un tratado comercial
en donde economías más grandes y poderosas que la nuestra nos pautearan,
siendo aún más peligroso el hecho de que además de quedar en desventaja ante
esas economías, estaremos a merced de transnacionales que se transformarán
en competidores desleales, que contradictoriamente podrán acusar a nuestro
Estado de competencia desleal, amparados en el articulado que posee este dicho
acuerdo.
El Gobierno ha tratado de ganar tiempo ante este complejo escenario, en el que
una de las coaliciones que lo conforman, que es caso de Socialismo Democrático,
está a favor de impulsar abiertamente esta iniciativa, ya que fue la ex Presidenta
Michelle Bachelet quien le dio el vamos inicial en 2016; ellos representan una de
las almas que difícilmente conviven en la coalición gobernante: el alma
concertacionista. La otra coalición que es parte de este matrimonio en
dificultades, es Apruebo Dignidad, quien está en una postura contraria al mismo,
esta es el alma original de este gobierno. Para ganar tiempo, pone en primer
lugar este aplazamiento, gracias a maniobras en el Senado, pero tiene su foco
principal en la negociación de las famosas Side Letters, que en castellano
significan Cartas Bilaterales, que en definitiva son tramitaciones con cada uno de
los restantes firmantes del TPP11, en donde el foco se centra en ciertas partes
del acuerdo que Chile desea someter a dicha instancia.
En relación al tema de las Side Letters, es bueno tener presente este comentario
del medio digital Interferencia, de antes de la fallida votación en el Senado: Esta
estrategia está a cargo del subsecretario de Relaciones Económicas
Internacionales, José Miguel Ahumada, quien es un conocido opositor
al TPP11 y que por medio de negociaciones con los otros diez estados
que integran el pacto, puede establecer interpretaciones, adecuar o
dejar sin efecto determinadas normas.
En ese sentido, desde el Ejecutivo planean dejar sin efecto el
mecanismo de solución de controversias entre inversionistas
extranjeros y el Estado. Un criterio que ya logró establecer Nueva
Zelanda con otros cinco países, sentando un precedente para Chile y
depositando allí las últimas esperanzas de quienes son contrarios a la
aprobación del acuerdo.
Esto evitaría que un privado tenga la capacidad de demandar al Estado
por no cumplir las disposiciones firmadas en el tratado y resolver las
diferencias a través del mecanismo judicial del país y no un tribunal
internacional.
No obstante, para que las conversaciones de Ahumada logren su
cometido, se necesita del tiempo suficiente para seguir negociando con
los otros países, donde de ser aprobado el TPP11 este miércoles, el
mandatario podría retrasar su ratificación hasta que el subsecretario
alcance a pactar con los otros diez países que conforman el tratado.
El apuro de ciertos sectores por llevar adelante este tratado, ya parece
sospechoso, son los mismos que en el pasado permitieron la privatización de las
empresas de agua potable, como EMOS, o los que negociaron las concesiones a
privados de las autopistas chilenas y varios otros negociados que han permitido
que empresas transnacionales, vengan a adueñarse de nuestras riquezas. Hoy
azuzan con el terror de la recesión y la necesidad de tomar medidas como país a favor
de estimular la inversión extranjera, como manera de hacernos más competitivos.
¿Competitivos?, ¿según quién o quiénes?, ¿competitivos para seguir siendo
exportadores de materias primas, que luego vuelven transformadas en bienes
con un valor agregado muy superior?, ¿competitivos para que se puedan instalar
empresas extranjeras y depreden nuestras riquezas naturales?, ¿competitivos
para seguir a la zaga del desarrollo del mundo, mientras tratamos de alcanzar el
utópico desarrollo económico que nos llevará a ser un país del Primer Mundo?
No sería más interesante y conveniente para un país como el nuestro,
reindustrializarse de acuerdo a las nuevas exigencias históricas; con una
institución estatal como CORFO, creada en su tiempo para industrializar el país
en lo que se llamó la Política de Sustitución de Importaciones, pero que hoy
podría operar como ente estatal director de un nuevo impulso industrializador,
que fomente la creación de empresas estatales y mixtas que puedan crear
productos de primera necesidad, sustituyendo ciertas importaciones; con una
industria nacional protegida, pero con la exigencia de ser competitivas, creando
empleo y generando capital que pueda ser reinvertido en el desarrollo del país y
no que sirva sólo para enriquecer más a multimillonarios nacionales y foráneos.
No es necesario que todo se centre en el sector estatal, perfectamente pueden
los privados nacionales y extranjeros invertir en nuestro país, pero bajo
condiciones diferentes a las que hoy imperan en tierras nacionales. Negarse al
TPP11 no es un simple acto de pataleta o de añoranza de viejas políticas
económicas, negarse a este acuerdo comercial significa salvaguardar nuestra
soberanía. Pero, también significa un desafío para quienes apuestan a un nuevo
modelo de desarrollo, un modelo de desarrollo sustentable y que vaya de la mano
de una industrialización que transforme a Chile en una potencia a nivel planetario.
Esto requiere de gobernantes con la audacia suficiente, para llevar adelante un
auténtico proceso transformador.
LA AMBIGÜEDAD DEL GOBIERNO.
Lamentamos profundamente la falta de claridad del Gobierno del Presidente
Boric, quien no ha sido capaz de tener una postura clara y firme en relación a
este trascendental tema. No olvidar que en 2019 tanto él, en su calidad de
parlamentario, como todo el Frente Amplio, votaron en contra de este mismo
tratado. Hoy, como Presidente afirma que el TPP11 no forma parte del programa
de Gobierno, así como también dice que no lo apoya; sin embargo, Mario Marcel,
su Ministro de Hacienda, manifiesta que el Gobierno no se opone al mismo, dando
una clara señal al país y al mundo de que no se atreven a tomar decisiones
incómodas como ésta.
Nuevamente tenemos una clara demostración de que la Derecha, impone su
dominio sobre la acción del Ejecutivo, pasando a cogobernar como en sus
mejores tiempos, amparados en el despliegue de una auténtica guerra
relámpago, luego del aplastante triunfo de la opción Rechazo en el Plebiscito del
4 de Septiembre pasado. Esta marea reaccionaria, no solo ha contado con todas
las fuerzas de dicho sector, sino que ha permeado a una parte significativa de la
ex Concertación, poniendo en peligro de extinción a la Democracia Cristiana como
partido político, fisurando de pasada a otras fuerzas que si bien apoyaban la
opción Apruebo, tenían que soportar que insignes figuras de su tienda se
declararán abiertamente en contra del nuevo texto constitucional por votarse,
ejemplos hay varios: Ximena Rincón, Matías Walker, Ricardo Lagos, Eduardo Frei
Ruíz Tagle, Carlos Maldonado, solo por nombrar a los más connotados políticos
del pasado reciente. Hoy, Amarillos por Chile desangra peligrosamente a la DC y
esto recién comienza; se nos viene por delante un reacomodo de toda la política
nacional, nada volverá a ser lo que fue y el nuevo texto constitucional, tal vez
vendrá a cambiarlo todo, para que todo permanezca igual.
En toda guerra los vencedores imponen los términos de rendición y ésta no será
la excepción. Así, podremos ver a una Derecha empoderada, triunfante, agresiva
y soberbia, desplegar todo su potencial transformador; el mismo potencial
transformador que el actual gobierno digo que desplegaría, en el ejercicio de sus
funciones. Pero que hoy ha debido resignarse a un papel de segundón, de casi
leproso, casi pidiendo permiso para gobernar; este gobierno se nos presenta,
como un gobierno acorralado por la Derecha y sus nuevos aliados de la ex
Concertación, pero también acorralado por sus errores propios y por sus fallas
de diseño: la experiencia actual demuestra que no es beneficioso gobernar con
dos coaliciones, en donde cada una es la representante de un alma diferente,
que no necesariamente parecen apuntar hacia el mismo objetivo.
Un gobierno que corre el peligro de transformarse en irrelevante, el mismo peligro que corrió
Piñera en sus dos aventuras presidenciales, con la diferencia de que a él, en los
peores momentos de cada gestión, sus pares de todo el espectro institucional,
estuvieron dispuestos a tirarle un salvavidas, es cosa de recordar el acuerdo del
15 de noviembre de 2019, que significó el trazado del itinerario para la nueva
Carta Magna, en donde el entonces parlamentario Boric jugó un papel
importante. ¿Tendrá la misma suerte el Presidente Boric, de encontrarse en
similares circunstancias?
Ignacio Ortiz