LA INCERTIDUMBRE ANTE LO QUE VIENE

 

Por el compañero, Ignacio Ortiz.

La  finalización del presente año nos encuentra sumidos en más incertidumbres que certezas. Para el próximo año se nos tiene anunciada una recesión, sumada a una expectativa de crecimiento negativo según los jefes de la economía nacional. Al estar a las puertas de fin de año estamos sumidos en la incerteza de cómo se terminará la teleserie del proceso constituyente, en donde la batuta la lleva la derecha bañada en el bálsamo de la soberbia, al sentirse poseedora absoluta del mérito por el triunfo del Rechazo en el Plebiscito de septiembre pasado.

El gobierno del Presidente Boric sigue en su papel autoasignado de espectador, avalado por la derrota plebiscitaria y por el bullying desplegado por la reacción chilena que ha seguido adelante con la ofensiva desplegada desde antes de que el mismo asumiera. No se puede tener un gobierno, que más allá de los errores, metidas de pata, inexperiencia y soberbia, se muestre permanentemente a la defensiva, entregándole abiertamente la iniciativa a sus adversarios sin ser capaz de desplegar al menos algo de audacia y valor para salir al encuentro de quienes persisten en querer transformarlo en un adorno. Sabemos que los medios de comunicación pertenecen a la Derecha, sabemos que las encuestas las pagan los mismos sectores y que se diseñan de tal manera para que permanentemente se esté mostrando a un gobierno con poca popularidad y altos porcentajes de rechazo. Como parte de lo mismo, tenemos a estos mismos medios enfocados en realzar la sensación de inseguridad de los ciudadanos, en poner el énfasis en una autoridad débil que no puede mantener el control del orden público, que permite la proliferación del crimen organizado, el tráfico de armas indiscriminado y policías corruptas y débiles.

Estamos en un escenario de abierta conspiración derechista, apoyada por los sectores más retrógrados de nuestra sociedad, en la que este sector político quiere mantener arrinconado al gobierno hasta obligarlo a rendirse y permitirle el acceso para cogobernar a cara descubierta, o sino atenerse a una guerra incesante en su contra hasta el último día de mandato, si es que no lo obliga a dimitir anticipadamente.

Como parte de esta estrategia reaccionaria, ha aflorado un anticomunismo cavernario como en las mejores épocas de la subversión contra el Gobierno del Presidente Allende y la UP. Se ha procedido a atacar abiertamente a los cuadros del PC que pudiesen darle un tinte más progresista al gobierno. Se han dedicado a rastrear cada mensaje subido a las redes sociales, sacándolos de contexto con el único fin de echar abajo a cualquier candidato a ocupar algún lugar en el equipo de gobierno, trayendo a la memoria las reiteradas acusaciones constitucionales en contra de los ministros del Gobierno Popular, que perseguían el fin de no dejarlo gobernar. El anticomunismo nunca se fue de Chile, sólo se agazapó astutamente para esperar el momento preciso para atacar.

Empieza a quedar claro que las habilidades del equipo cercano del Presidente, servían para su quehacer como dirigentes universitarios, pero en las grandes ligas de la política nacional dichas habilidades empiezan a verse desprovistas de la sapiencia que entregan los años de circo de los miembros de nuestra clase política y eso se lo han hecho notar reiteradamente los viejos políticos, sobre todo cuando alguno de estos insolentes mocosos, como el Ministro Jackson, intenta restregarles en la cara que ellos no pertenecen a la vieja política, esa a la que tanto han criticado y a la que finalmente han debido acudir para poder hacer gobierno, aún cuando sea un gobierno débil. Otra cosa, es siempre con guitarra.

Han sucedido cosas en los meses transcurridos desde el 4 de septiembre: La DC se ha empezado a descomponer aceleradamente, dividiéndose abiertamente desde que la directiva en funciones antes del Plebiscito, decidiera optar por el Apruebo. Figuras emblemáticas, como Matías Walker o Ximena Rincón, Claudio Orrego, Zarko Lucsic y otros, han aprovechado el momento de derrota electoral para optar por caminos diferentes. Aparecen nuevos partidos que capturan a las figuras más reaccionarias de la ex Concertación, como Amarillos por Chile o el Partido Demócrata.

El TPP11 está pasando colado ante la opinión pública, es bueno recordar que el Presidente Boric anunció hace un corto tiempo atrás que antes de fin de año lo promulgaría. Otro asunto en el que ha debido transar, dejando de ser el parlamentario rebelde y debiendo comportarse como el Presidente de una coalición que en la realidad son dos, dos que no se entienden y terminan dificultando todavía más la capacidad de maniobra gobiernista.

La situación en Wallmapu, sigue en la tónica del comportamiento del Presidente Gabriel Boric, quien se manifestaba poco entusiasmado en seguir manteniendo la militarización de dicha zona, para finalmente tener que flexibilizar su postura y ceder ante las presiones que ha recibido.

Quienes pretenden que esta coalición llegue más lejos de lo que es capaz, cometen un error, quienes pensaron en la reedición de la Unidad Popular, con Allende reencarnado en Boric también erraron; está claro que se lo quiso hacer ver de esa manera, de forma interesada, pero no existen similitudes, por mucho que se haya intentado forzarlas. Este es un gobierno, que no tiene la suficiente fuerza electoral ni parlamentaria, pero es también un gobierno que no ha estado dispuesto a buscar la forma de aumentar su fuerza electoral de manera decidida, que se ha visto entrampado en sus errores e insuficiencias aún antes de asumir. Jamás ha constituido un experimento revolucionario y es sólo el reflejo de un momento histórico, por lo tanto, no le podemos pedir que sea lo que no es y que no será jamás, seguramente.

El 18-O constituyó un momento histórico, un punto de inflexión, tal vez con ciertas características de situación prerrevolucionaria, pero no pasó más allá de aquello porqué no había cómo llevarlo hacia un estado superior de lucha: faltaba organización y sobraba dispersión, los embriones de organización a nivel de base, como las  Asambleas Territoriales, los Cabildos Ciudadanos u otro tipo de expresión orgánica, eran insuficientes para poder empujar la rebelión más allá. Si no se pudo evitar que la clase política se recompusiera, es lisa y llanamente porque no había cómo evitarlo; la falta de referentes conductores amenazaba con llevar la situación a un matadero.

Las fuerzas de izquierda que se dicen revolucionarias deben hacerse una autocrítica profunda, deben ser capaces de reconocer su falta de convocatoria, reconocer que el manoseado trabajo de masas es casi inexistente y en donde se da, florece sin presencia de partidos; estas mismas fuerzas revolucionarias deben convenir en que lo único que han hecho a la perfección es dividirse continuamente, haciéndole el juego al enemigo. Si no se tiene claro hacia dónde apuntar, con qué ideas entrar a la disputa ideológica de las masas, cómo atraer a los jóvenes y convencerlos de que organizarse es mejor que chocar dispersos contra la misma muralla que nos oprime a todos, no seremos capaces de constituirnos en opción válida de poder. Sin este tipo de reflexiones seguiremos a la zaga de los acontecimientos.

No existen atajos revolucionarios, ya es hora de convencernos de ello. Cada vez que hemos transitado por la senda de los atajos hemos fracasado, no hay recetas mágicas, en realidad no hay recetas, sólo tenemos guías para la acción. Pero más importante aún, es tener el pleno convencimiento que la imaginación debe suplir a los viejos manuales y a las ideas ya anquilosadas, la imaginación nos puede llevar a diseñar estrategias triunfadoras, apoyadas en tácticas novedosas que sacarán ronchas en quienes se han quedado atrasados en el desarrollo del pensamiento revolucionario. El Socialismo no está a la vuelta de la esquina.

Lo revolucionario de la UP y de Allende fue la convicción de que se podían explorar caminos diferentes al asalto del Palacio de Invierno durante la Revolución Bolchevique. Allende demostró coraje y decisión a la hora de defender sus ideas, de lograr que fueran respetadas y de llegar a transformarlas en fuerza material. Llegó a la presidencia con poco más de un tercio del electorado, pero en la última elección previa al Golpe de Estado de 1973, la UP consiguió un 44% del electorado, aumentando en alrededor de 8 puntos su fuerza electoral, a pesar de estar en desventaja ante una oposición subversiva que contaba con el apoyo amplio de EE.UU. y sus aliados, todos ellos  decididos a evitar que el proceso finalizará normalmente y que fuera el inicio de un camino de cambios profundos, que condujeran a Chile al Socialismo.

En 2023 se cumplirán 50 años del derrocamiento de Allende y su conmemoración debería ser un carnaval de alegría y rebeldía, una demostración al país y al mundo que la esperanza no ha muerto y que existen revolucionarios dispuestos a continuar la lucha por un mundo mejor.

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