EL PROCESO CONSTITUYENTE QUE SE NOS VIENE

Terminamos 2022 en la más absoluta incertidumbre, la misma que se ha encargado de instalar la Derecha a través de una muy bien planificada ofensiva, que va de lo comunicacional al despliegue de diversas acciones en todos los frentes de batalla que ha determinado abrir, mediante la cual ha decidido arrinconar sin piedad al Gobierno del Presidente Boric. Después de haber estado hace poco tiempo contra las cuerdas y hasta desahuciada por ciertos sectores, específicamente desde la Rebelión Popular del 18-O hasta el Plebiscito del 4 de septiembre, hoy observamos cómo este sector político dicta las normas, decide la agenda nacional, veta autoridades vigentes o por asumir, instala una campaña anticomunista feroz, hace borrón y cuenta nueva de todo lo que fue el fallido trabajo de la Convención Constituyente, descompone a partidos políticos que no le son afines, atrae a sectores conservadores de la ex – Concertación, chantajea, echa la caballería encima, campea como Pedro por su casa en un país que mira entre atónito, confundido, derrotado, indiferente y asustado, cómo los mismos que fueron el sustento político e ideológico de la Dictadura fascista, hoy nuevamente llevan la iniciativa. Anotar además, que la sensación de inseguridad en la población, producto de la acción del crimen organizado en todas sus expresiones y de una inmigración desbandada, está siendo exacerbada permanentemente por los medios de comunicación que están en manos de este mismo sector.

¿Qué hace el Gobierno? Retroceder constantemente, cederle el espacio y la iniciativa a este adversario, que mediante una muy inteligente estratagema, se adueñó del triunfo en el Plebiscito de salida, que no le pertenece en su totalidad, pero que ha sabido capitalizar magistralmente. ¿Qué hace el Gobierno? Sufrir derrota tras derrota en la nominación del Fiscal Nacional, lleva dos y todavía no está claro qué pasará con este tercer intento. Seguimos constatando que el pandero en esta comedia lo lleva la Derecha, seguimos constatando que el Gobierno es errático, timorato, falto de audacia, prisionero de sus errores, soberbia e inexperiencia… y también de los concertacionistas enquistados en su aparataje. Hemos de seguir constatando realidades, desastres, errores y horrores, mientras las fuerzas de la Reacción criolla siguen a la ofensiva, una ofensiva desatada y virulenta, que ataca todo lo que se mueve en sentido contrario a lo que ellos dictan.

El proceso constituyente es el trofeo de los ganadores del Rechazo, está concebido a imagen y semejanza de quienes quieren cambios para que todo termine igual, pero sin que se note mucho. Porque al final es el triunfo de la élite política de Derecha, que arrastró a sectores que se sintieron identificados con la mantención de sus privilegios de casta recién parida en la historia, una aristocracia política llamada eufemísticamente clase política. La misma que se acostumbró a legislar sobre lo que no conoce o no quiere conocer: legislan sobre leyes laborales y cuánto saben de cumplir horarios, de aguantar condiciones de trabajo poco saludables física y mentalmente; legislan sobre transporte público y se movilizan en autos de alta gama, con chofer, con todo pagado por nosotros los ciudadanos de a pie; firman tratados comerciales que nos siguen relegando al papel de meros exportadores de materias primas, comercializadas por las empresas de propiedad de sus familias, etc., etc.

Este nuevo proceso constituyente que fue abonado por los votos de los que están contra todo, de los que no quieren compromisos, que critican y no proponen nada: porque es más top ser rebeldes sin una causa clara, amantes de una postura de anarquistas trasnochados amantes del camotazo y el enfrentamiento cuasi deportivo con las fuerzas policiales, sin aportar ideas a la lucha, abonando el terreno para que ganen los de siempre. Porque hay que ser claros: el triunfo del Rechazo no solo fue obra de los políticos de siempre y de sus patrones, el Rechazo contó con el aporte inestimable y gratuito de los nihilistas que apuestan a castigar a las instituciones en las que no creen, hundiendo a las masas en una nueva derrota; nihilistas incapaces de darse cuenta de que el resultado de la Convención no era óptimo, pero era mejor que lo que hemos tenido por más de 40 años.

Luego del fracaso de la Convención, verdadero antro de plebeyos botados a constituyentes, es el turno de los profesionales de la política: el Partido del Orden, quien llega en gloria y majestad a mostrarnos cómo se arman estos procesos. Ya no son los plebeyos quienes arrinconan a los defensores de un orden heredado de la Dictadura, la tortilla se ha dado vuelta y ahora viene la vendetta de los dueños del circo. Se acabaron esos tiempos en los cuales, dentro de la fracasada Convención, se dejaba en abierta minoría a la Derecha: votación tras votación, derrota tras derrota; ya no habrá uso de la democracia para arrinconar a los reaccionarios, ahora habrá abuso de “democracia” para devolver la mano. ¿El error de los plebeyos? Haber pecado de cierta soberbia e incapacidad para avizorar que los derrotados dentro de la Convención preparaban la madre de todas la batallas por fuera de los muros constituyentes, echando mano a todo lo que tienen de sobra: plata, medios de comunicación, universidades, centros de estudios, campañas del terror, chantaje y corrupción. Resultado claro: 62% para los que quieren orden y estabilidad y un 38% para los que buscan nuevos caminos para avanzar hacia más democracia.

Pues bien hoy estamos ante la iniciación de otra etapa, en donde la clase política hizo a un lado a los malditos plebeyos y ha procedido a enseñarles cómo hacen las cosas los profesionales, los educados para guiar los destinos del país. Habrá un Consejo Constitucional de 50 miembros 100% electos, con paridad, con escaños reservados si es que la fórmula da, y en el mejor de los casos parece que dará para un solo pueblo originario; no habrá posibilidad para los independientes, a menos que vayan en la lista de algún partido. Pero tendremos un instrumento interesante: una Comisión de Expertos, ellos darán forma al nuevo texto y se lo entregarán a los consejistas para su discusión. Estos “expertos” serán nombrados por el Senado y la Cámara de Diputados y Diputadas, por partes iguales: 12 cada una. La cosa funciona más o menos así según un artículo del medio Interferencia.cl:

Estos 24 expertos, serán escogidos en proporción a la representación parlamentaria de los partidos y tendrá un carácter paritario. Entre sus funciones, redactarán un primer anteproyecto que será presentado al Consejo. En ese sentido, se estima que estos expertos comiencen a trabajar desde enero de 2023 en estas directrices.

Asimismo, este comité, previa armonización de la propuesta, entregará un informe al Consejo Constitucional donde formulará propuestas para mejorar «la redacción y comprensión del texto», las que serán votadas por el órgano redactor por 3/5 de sus miembros y se entenderá rechazada por 2/3.

Por lo tanto, las propuestas que no se encuentren en las circunstancias anteriores pasaran a una Comisión Mixta, compuesta por 12 expertos y consejeros en igual número, que dirimirán por 3/5, si este quórum no se alcanza, se elaborará una nueva propuesta que será presentada al Consejo Constitucional.

Asimismo, estos expertos se apoyarán en los denominados ‘árbitros’, quienes estarán a cargo de resguardar las doce bases constitucionales acordadas por los partidos, los denominados ‘bordes’. Este Comité Técnico de Admisibilidad será paritario y estará compuesto por 14 integrantes, los que deberán ser ratificados por ambas cámaras del Congreso con un quórum de 4/7.

Dichas bases constitucionales son las siguientes:

  1. Chile es una república democrática, cuya soberanía reside en el Estado.
  2. El Estado de Chile es unitario y descentralizado.
  3. La soberanía tiene como límite la dignidad de la persona humana y los Derechos Humanos reconocidos en los tratados internacionales ratificados por el Estado de Chile y que se encuentren vigentes. La Constitución consagrará que el terrorismo, en cualquiera de sus formas, es por esencia contrario a los Derechos Humanos.
  4. La Constitución reconoce a los pueblos indígenas que habitan su territorio como parte de la nación chilena, que es una e indivisible. El Estado respetará y promoverá sus derechos y culturas.
  5. Chile es un Estado social y democrático de derechos, cuya finalidad es promover el bien común, reconociendo derechos y libertades fundamentales y que promueve el desarrollo progresivo de los derechos sociales con sujeción al principio de responsabilidad fiscal, y a través de instituciones estatales y privadas.
  6. Los emblemas nacionales son la bandera, el escudo y el himno nacional.
  7. Chile tiene 3 poderes separados e independientes entre sí: a) Poder Ejecutivo; con jefe de gobierno e iniciativa fiscal de gasto. b) Poder Judicial; con unidad jurisdiccional y con pleno respeto de las sentencias judiciales firmes y ejecutoriadas. c) Poder Legislativo bicameral, compuesto por un Senado y una Cámara de Diputados y Diputadas, sin perjuicio de sus atribuciones y competencias en particular.
  8. Chile consagra constitucionalmente, entre otros, los siguientes órganos autónomos: Banco Central, justicia electoral, Ministerio Público y Contraloría General de la República.
  9. Chile protege y garantiza derechos y libertades fundamentales como el derecho a la vida; la igualdad ante la ley; el derecho a la propiedad en sus diversas manifestaciones; la libertad de conciencia y de culto; la libertad de enseñanza y el deber preferente de las familias de escoger la educación de sus hijos, entre otros.
  10. Chile consagra constitucionalmente con subordinación al poder civil la existencia de las Fuerzas Armadas; y las Fuerzas de Orden y Seguridad, con mención expresa a Carabineros de Chile y Policía de Investigaciones.
  11. La Constitución consagra, a lo menos, cuatro estados de excepción constitucional; estado de asamblea, de sitio, de catástrofe y de emergencia.
  12. Chile se compromete constitucionalmente al cuidado y la conservación de la naturalezas y su biodiversidad.

Interesante resulta saber qué se entiende por “Experto”, la reforma establecida lo define como una persona que tenga título universitario o grado académico de al menos 8 meses de duración y 10 años de experiencia profesional, técnica y/o académica en el ámbito público o privado.

Donde no existe claridad es en el caso de qué pasa si gana el Rechazo nuevamente: la oposición propone que de ocurrir esto se mantenga la actual Constitución y que no pueda haber un nuevo proceso constituyente en 8 ó 10 años más. Pero esto no está definido aún.

Está todo a favor de la oposición, mayoritariamente derechista, ya que en el Congreso tiene mayoría, y es ahí donde se definirán los miembros del comité de expertos; los expertos trabajan en sus universidades, centros de estudios y medios de comunicación, o sea son afines ideológicamente y además financiados por ellos. Esta propuesta debiese ser aprobada sin mayores contratiempos entre el 3 y 4 de enero en el Senado, para pasar a la Cámara y ser ratificada sin inconvenientes mayores, ya que existe el suficiente consenso entre todos los sectores políticos patrocinantes de este Acuerdo por Chile. Recordemos que cuenta con la participación de casi todo el espectro político nacional con representación parlamentaria: desde la UDI hasta el PC.

En lo definido hasta ahora, los expertos deberían empezar a trabajar una vez designados por el Congreso; los miembros del Consejo Constitucional se deberían elegir el 7 de mayo de 2023, si no hay variaciones, con voto obligatorio y tendrían 5 meses para trabajar, entregando el texto a ser votado el 17 de diciembre de 2023, si no hay variaciones, con voto obligatorio.

Mientras tanto, el pueblo mira cómo los expertos trabajan por el bien de él, por lo menos en apariencia, ya que está claro que este nuevo proceso debiera terminar con un novedoso marco constitucional, que mantenga las cosas casi iguales en procura de salvaguardar un modelo económico que le ha significado enormes ganancias a los dueños de Chile. Y si las amenazas de chantaje derechista se mantienen en torno a dejar todo igual ante la posibilidad de un nuevo triunfo del Rechazo, el horizonte se nos vuelve a presentar lúgubre, demostrando la necesidad de organizarse para luchar: sin organización no hay posibilidad de triunfo. Así quedó demostrado con la Rebelión Popular del 18 de octubre de 2019, proceso que ha desembocado en una cuasi derrota justamente por la ausencia de una orgánica que lo sustentara. Un hipotético triunfo del Rechazo podría significar, en definitiva, un triunfo de las fuerzas más reaccionarias de nuestro país, que apuestan a volver a los tiempos en que nada se movía sin el permiso del Dictador.

Como están dadas las cosas, no es mucho lo que podemos esperar, el escenario se ha armado de tal manera que prácticamente seremos meros espectadores. No existen partidos dispuestos a encabezar una lucha dentro de este engendro, que pudiese desembocar en un resultado inesperado para los dueños del teatro; hoy por hoy, este proceso parece mero trámite y así se lo han hecho sentir a la ciudadanía.

Es por ello que los revolucionarios debemos estar atentos al desarrollo de los acontecimientos, tener claras nuestras debilidades y falencias, apostar a aportar realismo a nuestros análisis, sin caer en el facilismo de la frase revolucionaria vacía e irrealizable; a las masas debemos hablarles con la verdad y explicarles lo necesario de contar con organización, organización para poner en pie una alternativa real de poder, más allá de las diferentes coyunturas que se den. Hoy las cosas se definen dentro de la lucha electoral, si estamos claros que los partidos de izquierda con representación parlamentaria no nos identifican y ocupan sus puestos en el Congreso sólo para ser acompañamiento del plato principal, entonces debemos apostar a crear esa orgánica que necesitamos para poder llegar a las instancias de representación política dentro de esta institucionalidad y utilizarlas como frente de batalla para dar a conocer nuestras ideas. Ocupar el Parlamento, para desde allí ayudar a provocar los cambios que esta sociedad necesita con urgencia. El partido revolucionario que necesitamos, es aquel que nos sirva para luchar dentro de una legalidad enemiga, pero con el fin de transformarla y así construir una sociedad mejor, superior, en donde el eje central sea el bienestar de toda la población del país. Sin dejar jamás de lado la lucha social y política, sin renegar de nuestras ideas, sin abandonar el objetivo de organizarnos a todo nivel, sin renunciar a buscar la más amplia unidad de las fuerzas revolucionarias y populares, donde haya masa debe haber organización.

IGNACIO ORTIZ.

Equipo Análisis.

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