Resoluciones de la II jornada de congreso.
ITEM I DE LOS PRINCIPIOS Y FUNDAMENTOS.
Resoluciones 1° y 2° jornada del congreso programático del Partido Allendista de Chile PACh. Realizada los días 21 de mayo y 25 de junio del 2022.
No podemos comenzar la actualización del programa de la unidad popular sin antes plasmar en este importante documento la guía moral que nos hace ser parte del Partido Allendista de Chile. En esta 2da jornada reafirmamos estos 6 principios fundamentales de conducta humana, a los que sin duda a lo largo de este congreso iremos agregando los que la militancia estime conveniente.
PRINCIPIOS ALLENDISTAS.
- Valoramos y promovemos el actuar honesto más allá de los propios intereses como personas y como partido.
- Valoramos la lealtad de todos y cada uno de los Allendistas y de los que se sientan identificado con nuestros principios.
- Nos comprometemos con la tolerancia y respeto por las diferencias internas, aceptamos las decisiones de la mayoría, privilegiando la unidad del partido.
- Respetamos a todas las personas, de todos los orígenes étnicos, credo religioso y diversidad humana.
- Rechazamos cualquier atentado o violación a la dignidad humana.
- Los Allendista solidarizamos con los oprimidos.
El congreso programático del Partido Allendista de Chile, recoge el legado de heroica lucha de los trabajadores y el pueblo chileno por la justicia social y el derecho a una vida feliz, que lo llevo a entender que la vía chilena al socialismo era la fórmula para sacarlos de la pobreza y la explotación, los principios, contexto económico y político que originan este programa corresponden al año 1969 y contienen una profundidad y proyección que sin duda interpreta los momentos actuales del siglo XXI, en donde el capitalismo neoliberal instalado a sangre y fuego por la dictadura fascista y su estado mayor instalado en Washington, interrumpieron el proceso de la clase trabajadora chilena. El modelo neoliberal, que terminando la dictadura fue profundizado por la concertación y sus partidos.
En esta época pos dictadura coincidiendo con la caída del bloque soviético, los partidos claudicaron a los cantos del mercado neoliberal, los que ayer levantaran las banderas de la revolución, sepultaron con tierra sus principios, traicionando a sus mártires y héroes haciendo abandono del objetivo socialista.
Los Allendistas interpretamos que el golpe fascista de 1973 derroto militarmente el gobierno que se dieran los trabajadores, como consecuencia la derrota militar fue una derrota política. El golpe de Estado dirigido por el Gobierno de EEUU, con la subordinación de la burguesía chilena reaccionan en forma violenta y criminal ante los éxitos del gobierno de Salvador Allende, a pesar del constante boicot interno e internacional, el gobierno de la unidad popular movilizaba a inmensas masas de hombres y mujeres obreras y de los barrios populares en apoyo al gobierno.
Al día de hoy con toda seguridad podemos afirmar que el programa de la Unidad Popular y la vía chilena al socialismo no ha perdido su vigencia, ya que la explotación a las y los trabajadores, la explotación de las transnacionales a nuestras riquezas mineras, la existencia del latifundio encubierto por los grandes monopolios agrícolas, el monopolio en las redes alimentarias, la deforestación descontrolada, los sacrificios a las reservas naturales para privilegiar a las empresas privadas y extranjeras, las privatizaciones de las vías de transporte y acceso a nuestros pueblos y ciudades, nos da los argumentos para confirmar que chile necesita con urgencia luchar por su independencia política y económica, argumentos que encontramos en el programa de la Unidad Popular, en donde la única forma de avanzar hacia una nueva sociedad, es la sociedad socialista a través dela vía chilena al socialismo.
Chile vive una crisis profunda que se manifiesta en el estancamiento económico y social, en la pobreza generalizada y en las postergaciones de todo orden que sufren la clase trabajadora, campesinos, pescadores, estudiantes, pobladores y demás capas explotadas, así como en las crecientes dificultades que enfrentan empleados, profesionales, empresarios pequeños y medianos y en las mínimas oportunidades de que disponen la mujer y la juventud. A esto debemos agregar las zonas de sacrificio, en donde la vida no se hace sostenible para los pobladores y para los ecosistemas.
Los problemas en Chile se pueden resolver. Nuestro país cuenta con grandes riquezas como el cobre, el litio y otros minerales, un gran potencial hidroeléctrico, vastas extensiones de bosques, un largo litoral rico en especies marinas, una superficie agrícola más que suficiente, etc.; cuenta, además, con la voluntad de trabajo y progreso de los chilenos, junto con su capacidad técnica y profesional. ¿Qué es entonces lo que ha fallado?
Lo que ha fracasado en Chile es un sistema que no corresponde a las necesidades de nuestro tiempo. Chile es un país capitalista, dependiente del imperialismo, dominado por sectores de la burguesía estructuralmente ligados al capital extranjero, que no pueden resolver los problemas fundamentales del país, los que se derivan precisamente de sus privilegios de clase a los que jamás renunciarán voluntariamente.
Más aun, como consecuencia misma del desarrollo del capitalismo mundial, la entrega de la burguesía monopolista nacional al imperialismo aumenta progresivamente, se acentúa cada vez más en su dependencia su papel de socio menor del capital extranjero.
Para unos pocos, vender a diario un pedazo de Chile es un gran negocio. Decidir por los demás es lo que hacen todos los días.
Para la gran mayoría en cambio vender a diario su esfuerzo, su inteligencia y su trabajo es un pésimo negocio, y decidir sobre su propio destino es un derecho del cual, en gran medida, aún están privados.
En Chile las recetas «reformistas» y «desarrollistas» que impulsó la Alianza para el Progreso e hizo suyas el gobierno de Frei en el siglo pasado, así como las políticas de los acuerdos o “el crecimiento con equidad” impulsadas por la concertación en los años 1990 al 2010 y las alternancias en el poder por Michelle Bachelet y Sebastián Piñera no han logrado alterar nada importante.
En lo fundamental han sido gobiernos de la burguesía al servicio del capitalismo nacional y extranjero, cuyos débiles intentos de cambio social naufragaron sin pena ni gloria entre el estancamiento económico, la carestía y la represión violenta contra el pueblo. Con esto se ha demostrado, una vez más, que el reformismo es incapaz de resolver los problemas del pueblo.
El desarrollo del capitalismo monopolista niega la ampliación de la democracia y exacerba la violencia antipopular
El aumento del nivel de lucha del pueblo, a medida que fracasa el reformismo, endurece la posición de los sectores más reaccionarios de las clases dominantes que, en último término, no tienen otro recurso que la fuerza.
Durante el siglo XX Las formas brutales de la violencia del Estado, tales como las acciones del Grupo Móvil, el apaleo de campesinos y estudiantes, las matanzas de pobladores y mineros, ensombrecen la historia de la democracia burguesa, hoy en pleno siglo XXI podemos ser testigos y víctimas de la violencia Estatal, como por ejemplo los montajes y asesinatos de comuneros mapuches y de luchadores Ambientales, la represión brutal y mutilación de cientos de chilenos, la tortura y prisión de hombres y mujeres activistas, la utilización del lumpen en contra de los estudiantes y trabajadores ante la inacción cómplice de carabineros, la persecución de los periodistas y medios de comunicación alternativos, nos recuerdan que así como ayer las clases dominantes no dudan en reprimir y criminalizar la lucha del pueblo, además de otras formas de violencia no menos brutales que afectan a todos los chilenos.
Por qué violencia es:
- Que junto a quienes poseen viviendas de lujo, una parte importante de la población habite en viviendas insalubres y otros no dispongan siquiera de un sitio.
- Violencia es que mientras algunos botan la comida, otros no tengan cómo alimentarse, así paradójicamente también es violencia el descontrol alimentario de comida chatarra, la que acarrea profundo y costosos daños a la salud.
La explotación imperialista de las economías atrasadas se efectúa de muchas maneras: a través de las inversiones en la minería (cobre, hierro, litio, etc.), y en la actividad industrial, bancaria y comercial; mediante el control tecnológico que nos obliga a pagar altísimas sumas en equipos, licencias y patentes; de los préstamos norteamericanos en condiciones usurarias que nos imponen gastar en Estados Unidos y con la obligación adicional de transportar en barcos norteamericanos los productos comprados, etc.
De Chile el imperialismo ha arrancado cuantiosos recursos equivalentes al doble del capital instalado en nuestro país, formado a lo largo de toda su historia.
Los monopolios norteamericanos, con la complicidad de los gobiernos burgueses, han logrado apoderarse de casi todo nuestro cobre, hierro y litio. Controlan el comercio exterior y dictan la política económica por intermedio del Fondo Monetario Internacional y otros organismos. Dominan importantes ramas industriales y de servicios; gozan de estatutos de privilegio, mientras imponen la devaluación monetaria, la reducción de salarios y sueldos y distorsionan la actividad agrícola por la vía de los excedentes agropecuarios.
Intervienen también en la educación, la cultura y los medios de comunicación. Valiéndose de convenios militares y políticos someten técnica e ideológicamente a las Fuerzas Armadas.
Las clases dominantes, cómplices de esta situación e incapaces de valerse por ellas mismas, han intensificado en los últimos diez años el endeudamiento de Chile con el extranjero.
Esta situación se profundiza aún más con los tratados de libre comercio, los que hipotecan seriamente nuestra soberanía, política, económica y jurídica.
Dijeron que los préstamos y compromisos con los banqueros internacionales podrían producir un mayor desarrollo económico. Pero lo único que lograron es que hoy día Chile la deuda externa allá aumentado hasta ubicarse en US$243.513 millones (76,8% del PIB), impulsada principalmente por las emisiones de bonos de Gobierno y de Empresas no financieras. Tan solo durante el año 2020 al 2021 la deuda externa aumento un 14%.
En Chile se gobierna y se legisla a favor de unos pocos, de los grandes capitalistas y sus secuaces, de las compañías que dominan nuestra economía, de las industrias del agro cuyo poder permanece casi intacto.
A los dueños del capital les interesa ganar siempre más dinero y no satisfacer las necesidades del pueblo chileno.
El grupo de empresarios que controla la economía, los medios de comunicación y el sistema político, constantemente amenazan al Estado, cuando éste insinúa intervenir o se niega a favorecerlos y les cuesta muy caro a todos los chilenos.
Para que los grandes empresarios se dignen seguir «trabajando», pues sólo ellos pueden darse el lujo de poder trabajar o no, es preciso:
- darles toda clase de ayuda. Los grandes empresarios estrujan al Estado bajo la amenaza que no habrá inversión privada si las ayudas y garantías que piden no se les otorgan.
- permitirles producir lo que ellos quieran con el dinero de todos los chilenos, (como es el caso de los recursos financieros que generan las Afps) en lugar de elaborar lo que necesita la gran mayoría del país.
- dejarlos llevarse las ganancias que obtienen a sus cuentas bancarias en el extranjero;
- dejarlos despedir obreros si éstos piden mejores
- permitirles manipular la distribución de alimentos, acapararlos para provocar escasez y de esta manera subir los precios a fin de continuar enriqueciéndose a costa del
Mientras tanto, buena parte de los que efectivamente producen experimentan una difícil situación:
- Más de medio millón de familias carecen de viviendas y otras tantas o más viven en pésimas condiciones en cuanto a alcantarillado, agua potable, luz,
- La necesidad de la población en materia de educación y salud son insuficientemente atendidas, ya que bajo el modelo actual la educación y la salud son bienes del mercado.
- Más de la mitad de las trabajadoras y trabajadores chilenos reciben remuneraciones insuficientes para cubrir sus necesidades vitales mínimas. La desocupación y el trabajo inestable se sufren en cada familia. Para innumerables jóvenes la posibilidad de empleo se presenta muy difícil e
El capital imperialista y un grupo de privilegiados que no pasa del 10% de la población, acaparan la mitad de la renta nacional. Esto significa que de cada 100 pesos que los chilenos producen, 50 van a parar a los bolsillos de 10 oligarcas y los otros 50 deben repartirse entre 90 chilenos, del pueblo y de la clase media.
El alza del costo de la vida es un infierno en los hogares del pueblo y, en especial, para los que ejercen el rol de jefas o jefes de hogar. En los últimos 49 años, según datos oficiales, el costo de la vida ha subido casi en un mil por ciento.
Esto significa que todos los días se les roba una parte de su salario o de su sueldo a los chilenos que viven de su trabajo. Igual como les ocurre a los jubilados y pensionados, al trabajador independiente, al artesano, al pequeño productor, cuyas exiguas rentas son recortadas a diario por la inflación.
Todos los gobiernos burgueses nos aseguran que pondrían término a la inflación. Los resultados están a la vista. Los hechos demuestran que la inflación en Chile obedece a causas de fondo relacionadas con la estructura capitalista de nuestra sociedad y no con las alzas de remuneraciones como han pretendido hacer creer los sucesivos gobiernos para justificar la mantención del sistema y recortar los ingresos de los trabajadores. El gran capitalista, en cambio, se defiende de la inflación y más aún se beneficia con ella. Sus propiedades y capitales se valorizan, sus contratos de construcción con el Fisco se reajustan, y los precios de sus productos suben llevando siempre la delantera a las alzas de remuneraciones.
Un alto número de chilenos están mal alimentados. La mala alimentación afecta el crecimiento de los niños y jóvenes, limita su capacidad de aprender, de instruirse, así como sus capacidades físicas y de salud, los problemas de alimentación afectan también severamente a la población adulta, en donde las enfermedades coronarias, de diabetes e infartos cerebros basculares están a la orden del día.
Esto demuestra que la economía en general y el sistema agrícola en particular, son incapaces de alimentar en forma sana a los chilenos, esto debido a la incorporación de forma indiscriminada de productos preservantes y pesticidas, también debido a la monopolización de los productos agrícolas, los que son pauteados por el mercado y no por las necesidades de las personas, han creado en las familias humildes canastas alimentarias pobres en nutrientes esenciales para un sano desarrollo y con un excesivo componente en grasas saturadas y sintéticas, pese a que Chile podría sustentar ahora mismo una población de 30 millones de personas, con una alimentación sana.
Debido a uso del monocultivo, debemos importar cada año centenares de miles de dólares en alimento de origen agropecuario, como consecuencia se a puesto en riesgo la fauna y las cosechas tradicionales de chile como el poroto y el choclo por nombrar los mas conocidos.
La industria Agrícola privada es el gran culpable de los problemas alimentarios de todos los chilenos y responsable de la situación de atraso y miseria que caracteriza al campo chileno. Los índices de mortalidad infantil y adulta, de analfabetismo, de falta de viviendas, de insalubridad son, en las zonas rurales, marcadamente superiores a los de las ciudades. Estos problemas no los ha resuelto las políticas neoliberales. Sólo la lucha del campesinado con el apoyo de todo el pueblo puede resolverlos.
Chile ha sido una de las economías de más rápido crecimiento de América Latina en las últimas décadas, lo que ha permitido al país reducir significativamente la pobreza. Sin embargo, más del 30% de la población es económicamente vulnerable y la desigualdad de ingresos sigue siendo elevada.
Hasta la actualidad (2019) la economía chilena tuvo un crecimiento del 40,0% durante esta década con respecto al PBI del año 2010.
El crecimiento de nuestra economía no se refleja en los hogares de las y los trabajadores, si bien la adquisición de bienes a aumentado, esto ha sido a un gran costo social, como por ejemplo el sobre endeudamiento, el estrés, la violencia familiar, las altas tasas de crímenes y delincuencia, en fin la infelicidad de nuestro pueblo. Ello explica que la mayoría esté disconforme y busque una alternativa para nuestro país.
La única alternativa verdaderamente popular y, por lo tanto, la tarea fundamental que el Gobierno del Pueblo tiene ante sí es terminar con el dominio de los imperialistas, de los monopolios, de la oligarquía terrateniente e iniciar la construcción del socialismo en Chile.
LA UNIDAD Y LA ACCIÓN DEL PUEBLO ORGANIZADO
El crecimiento de las fuerzas trabajadoras en cuanto a su número, su organización, su lucha y la conciencia de su poder, refuerzan y propagan la voluntad de cambios profundos, la crítica del orden establecido y el choque con sus estructuras. En nuestro país son más de 14 millones de trabajadores cuyas fuerzas productivas y su enorme capacidad constructiva no podrán, sin embargo, liberarse dentro del actual sistema que sólo puede explotarles y someterles.
Estas fuerzas, junto a todo el pueblo, movilizando a todos aquellos que no están comprometidos con el poder de los intereses reaccionarios, nacionales y extranjeros, o sea, mediante la acción unitaria y combativa de la inmensa mayoría de los chilenos, podrán romper las actuales estructuras y avanzar en la tarea de su liberación.
Para estimular y orientar la movilización del pueblo de Chile hacia la conquista del poder, constituiremos por todas partes al Partido Allendista de Chile, formando en cada fábrica, campo, población, oficina, escuelas, las universidades, los comunales Allendistas. Los militantes Allendistas lucharemos por la unidad en los territorios, articularemos con los militantes de los movimientos y de los partidos de izquierda e integrados por esa multitud de chilenos que se definen por cambios fundamentales.
Los comunales Allendistas serán intérpretes y combatientes de las reivindicaciones inmediatas de las masas y, sobre todo, se prepararán para ejercer el Poder Popular.
Así, pues, este nuevo poder que Chile necesita debe empezar a gestarse desde ya, donde quiera que el pueblo se organice para luchar por sus problemas específicos y donde quiera que se desarrolle la conciencia de la necesidad de ejercerlo.
Este sistema de trabajo común será un método permanente y dinámico de desarrollo del Programa, una escuela activa para las masas y una forma concreta de profundizar el contenido político del programa del Partido en todos sus niveles.
Ser Militante del Partido Allendista de Chile (PACh), significa pronunciarse en favor del reemplazo urgente de la actual sociedad que se asienta en el dominio de los grandes capitalistas nacionales y extranjeros.